jueves, 15 de octubre de 2015

La Sallana

La Sallana es una leyenda mexicana que proviene de la época colonial, y su origen está en la ciudad de Villavicencio. Allí vivía una mujer de familia aristocrática, felizmente casada y con un hijo pequeño. Si bien su vida era feliz, esta mujer siempre estaba al tanto de lo que la gente comentaba de ella, ya que le importaba mucho de “el qué dirán…”

Un día se enteró del rumor que su marido la estaba engañando con su propia madre, y presa de los celos, enloqueció de rabia e impotencia. Antes de que alguien pudiera hacer algo, mató a su hijo, decapitó a su marido (que estaba durmiendo) y luego fue a la casa de su madre para acuchillarla y prender fuego la casa con su progenitora aún dentro.

En los últimos minutos de agonía, su madre le lanzó una maldición: “Tu nombre será Sallana, yvagarás por los llanos asustando borrachos y chismosas”

A partir de ese momento comienza esta leyenda de terror que afirma que a altas horas de las noches suelen aparecérsele a los borrachos, asustándolos con su risa infernal y mostrándole su rostro cadavérico.

También suele presentarse ante las mujeres chismosas, a las que persigue, recordando que todos sus pesares provienen de las habladurías y de sus propios celos enfermizos.

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viernes, 9 de octubre de 2015

La Nahual de Coyoacán

Hace mucho tiempo existía una bella doncella, quien se había casado con el joven más guapo del pueblo. Todos decían que eran la pareja ideal. Cierta mañana su compadre le preguntó: 
“¿qué tal es tu mujer?” 
“Excelente además de bella una estupenda cocinera. Lo que no me acaba de agradar es que desde que nos casamos me prepara moronga.” 
Esto extraño al compadre, quien al día siguiente regreso y le dijo: 
“compadre no es por chismear, pero a mí me dijeron que eso es malo. Pregúntele a la comadrita el porqué.” 
Acto seguido se fue el hombre y cuestiono a mujer: 
“oye amor ¿porque siempre desayunamos moronga?” 
“es porque mi padre es dueño del rastro y lo que no se vende nos lo repartimos entre los hijos, a mi hermano mayor lo tocan las viseras, a mi hermana las patas, y a mí la sangre... por eso.” 
El hombre quedo complacido con dicha explicación. Sin embargo el compadre se presento asustado, comentándole que en el pueblo todos sabían que ella era una bruja y que por ello nadie le desposaba. 
“mejor espíela compadre... espíela... y vera de dónde saca la moronga.” 
Así lo hizo y tempranito en la mañana antes de que el sol saliera, vio cómo su mujer se levantó y camino hacia la cocina... A través del fogón vio la figura de su esposa. La cual ante sus ojos y sin percatarse de ser vista, se empezó a quitarse la piel y convertirse en una bola de fuego... El Joven quedo impactado sin habla, corrió a ver a su compadre y contarle lo que había visto... 
“Compadre.... compadre... salga rápido por favor.” 
Gritaba el joven, quien al ver a su compadre sin mediar palabra le tomó del brazo y se lo llevo a su casa. Ahí encontraron la piel de su esposa, el compadre al verla se quedó sin habla, más en un momento de lucidez le dijo: 
“quemémosla, así no podrá regresar y así ya no seguirá matando a más niños” 
Y así lo hicieron. Quemaron la piel de la joven, quien al regresar y no encontrar su piel gritaba enfurecida y al mismo tiempo asustada pues la mañana se acercaba y el sol empezaba a verse en el horizonte. El joven escondido y muy asustado vio cuando los primeros rayos del sol quemaron a su esposa.
…y este fue el fin de la nahual de Coyoacán.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Cuando el tunkuluchú canta…

En El Mayab vive un ave misteriosa, que siempre anda sola y vive entre las ruinas. Es el tecolote o tunkuluchú, quien hace temblar al maya con su canto, pues todos saben que anuncia la muerte.

Algunos dicen que lo hace por maldad, otros, porque el tunkuluchú disfruta al pasearse por los cementerios en las noches oscuras, de ahí su gusto por la muerte, y no falta quien piense que hace muchos años, una bruja maya, al morir, se convirtió en el tecolote.


También existe una leyenda, que habla de una época lejana, cuando el tunkuluchú era considerado el más sabio del reino de las aves. Por eso, los pájaros iban a buscarlo si necesitaban un consejo y todos admiraban su conducta seria y prudente.


Un día, el tunkuluchú recibió una carta, en la que se le invitaba a una fiesta que se llevaría a cabo en el palacio del reino de las aves. Aunque a él no le gustaban los festejos, en esta ocasión decidió asistir, pues no podía rechazar una invitación real. Así, llegó a la fiesta vestido con su mejor traje; los invitados se asombraron mucho al verlo, pues era la primera vez que el tunkuluchú iba a una reunión como aquella.


De inmediato, se le dio el lugar más importante de la mesa y le ofrecieron los platillos más deliciosos, acompañados por balché, el licor maya. Pero el tunkuluchú no estaba acostumbrado al balché y apenas bebió unas copas, se emborrachó. Lo mismo le ocurrió a los demás invitados, que convirtieron la fiesta en puros chiflidos y risas escandalosas.


Entre los más chistosos estaba el chom, quien adornó su cabeza pelona con flores y se reía cada vez que tropezaba con alguien. En cambio, la chachalaca, que siempre era muy ruidosa, se quedó callada. Cada ave quería ser la de mayor gracia, y sin querer, el tunkuluchú le ganó a las demás. Estaba tan borracho, que le dio por decir chistes mientras danzaba y daba vueltas en una de sus patas, sin importarle caerse a cada rato.


En eso estaban, cuando pasó por ahí un maya conocido por ser de veras latoso. Al oír el alboroto que hacían los pájaros, se metió a la fiesta dispuesto a molestar a los presentes. Y claro que tuvo oportunidad de hacerlo, sobre todo después de que él también se emborrachó con el balché.


El maya comenzó a reírse de cada ave, pero pronto llamó su atención el tunkuluchú. Sin pensarlo mucho, corrió tras él para jalar sus plumas, mientras el mareado pájaro corría y se resbalaba a cada momento. Después, el hombre arrancó una espina de una rama y buscó al tunkuluchú; cuando lo encontró, le picó las patas. Aunque el pájaro las levantaba una y otra vez, lo único que logró fue que las aves creyeran que le había dado por bailar y se rieran de él a más no poder.


Fue hasta que el maya se durmió por la borrachera que dejó de molestarlo. La fiesta había terminado y las aves regresaron a sus nidos todavía mareadas; algunas se carcajeaban al recordar el tremendo ridículo que hizo el tunkuluchú. El pobre pájaro sentía coraje y vergüenza al mismo tiempo, pues ya nadie lo respetaría luego de ese día.


Entonces, decidió vengarse de la crueldad del maya. Estuvo días enteros en la búsqueda del peor castigo; era tanto su rencor, que pensó que todos los hombres debían pagar por la ofensa que él había sufrido. Así, buscó en sí mismo alguna cualidad que le permitiera desquitarse y optó por usar su olfato.
 Luego, fue todas las noches al cementerio, hasta que aprendió a reconocer el olor de la muerte; eso era lo que necesitaba para su venganza.

Desde ese momento, el tunkuluchú se propuso anunciarle al maya cuando se acerca su hora final. Así, se para cerca de los lugares donde huele que pronto morirá alguien y canta muchas veces. Por eso dicen que cuando el tunkuluchú canta, el hombre muere. Y no pudo escoger mejor desquite, pues su canto hace temblar de miedo a quien lo escucha.

jueves, 1 de octubre de 2015

Por que el Zopilote se volvió negro

El zopilote, como se le conoce actualmente, o ch'oom, en maya, no siempre fue negro y feo.En el tiempo en que el Mayab estaba en su esplendor, su plumaje era verde. Tenía un aspecto tan alegre, que recordaba el tono fresco de las grandes hojas de plátano y en la cabeza lucia un haz de plumas irisadas. De alas vigorosas, vuela tan alto que se ve diminuto y hasta parece que se esfuma. Dominando el aire se mantiene en las alturas sin mover las alas, o parecer ir de lado, usando una ala como timón. Traza parábolas y elipses en el cielo y al divisar se alimento, da vueltas cada vez más cercanas hasta descender. A causa de su tamaño come bastante, casi puede decirse que es insaciable, pero no es egoísta y le gusta compartir. Y por comer lo que no le correspondía es que los dioses lo castigaron. 
===El motivo=== 
Sucedió que el halach-uinic de Uxmal preparó un gran festejo para Zamná y las deidades que gobiernan a los vientos del oriente, que ayudan a mantener la tierra dispuesta a dar sus frutos exquisitos para los hombres y los animales. Estaban invitados los señores y sacerdotes de las cuidades vecinas;era una fecha importante y la gente del pueblo, a su vez, tenía listas sus ofrendas. Había gran actividad en el palacio. Las mujeres cocinaron suculentos platillos y vertieron en grandes ollas de cerámica el embriagador balché. Dispusieron los alimentos y la bebida sobre esteras de palma en la terraza, bajo un techo de largas plumas para proteger todo de los rayos solares. Un ch'oom que observaba desde el cielo sintió hambre y un antojo que no quiso resistir. Al principio pensó en comer todo él solo; pero como era mucho, llamó a otros. Sabían que el banquete era en honor de las deidades; por eso dieron vueltas y vueltas en el cielo indecisos. La fuerza de la tentación fue muy grande, y finalmente resolvieron correr la aventura. Bajaron cuando no había nadie y se dieron prisa en devorarlo todo. Contentos porque nadie los había interrumpido, emprendían el vuelo cuando llego el halach-uinic. Al ver lo que había pasado, se enojo mucho. 
===El castigo=== 
Los h-menes examinaron el caso y resolvieron dar un escarmiento a las golosas aves. Se encerraron en el templo para consultar a las deidades, y estás, ofendidas, dispusieron un castigo severo. Como las aves habían dejado algunas plumas, las expusieron al fuego sagrado y con las negras cenizas prepararon un líquido especial. Al otro día colocaron en la terraza del palacio otros platillos para atraerlas, y cuando se acercaron, les echaron el líquido diciendo palabras mágicas. Asustados los zopilotes volaron muy alto, más allá de las nubes; con el sol se les quemó el plumaje de la cabeza y quedaron calvos para siempre. El líquido que les salpicó ennegreció sus plumas y las volvió ásperas. Los dioses dispusieron también que a partir de entonces se alimentaran de carroña, para que no le robaran la comida a nadie. Por la naturaleza de su alimento , del que tomaron gusto por disposición de los dueños de los destinos, huelen a descompuesto. Naturalmente los árboles donde duermen no pueden soportar mucho tiempo su presencia;van perdiendo su corteza y finalmente mueren. Y si una persona por descuido se para bajo el árbol donde descansan y le cae inmundicia, perderá el cabello y le brotará tiña. Por eso es costumbre que cuando se les ve cerca se pone rápidamente distancia de por medio.

martes, 29 de septiembre de 2015

Bajo la Penumbra

No había luna; el resplandor que emite la tierra estaba tan reducido a causa de la humedad, que solamente los insectos continuaron la búsqueda. Hubo uno que insistía apuradamente. Cansado, se detuvo sobre una hoja de caimito para pensar. Y de tanto pensar y pensar con una determinación tan firme para encontrar la piedra, sintió que de su ser emanaba una chispa. Y luego otra, y otra. Sus diminutos ojos brillaron. Se convenció de que ahora sí hallaría la piedra curativa. Buscó bajo las hojas, junto a las rocas, en los rincones más inimaginables; tenía suficiente luz para iluminar hasta la gruta más oscura. Y por fin encontró la piedra. El Venerable Ser tomó el trocito de jade entre sus manos, que resplandeció. Sólo él tenía ese maravilloso poder. Le preguntó al pequeño insecto qué deseaba como recompensa, pues por su hallazgo los que sufrían alguna enfermedad sanarían y hasta el venado podría ver bien los colores. -¡Oh, no pensé en eso al buscar la piedra! La más grande satisfacción para mí es que puedas seguir haciendo tus curaciones tan importantes- dijo el animalito. -Eres un ser pequeño de grandes sentimientos, y has conseguido brillar por ti mismo al crear tu propia luz. En adelante -prosiguió el dios -.no tendrás que esforzarte para hacerlo. Bastará con que lo desees. Iluminarás las noches más oscuras, y a todo el que te vea le recordarás con tu presencia que la luz, por que era fantástica.


jueves, 24 de septiembre de 2015

El Cocay

En un terremoto, del que pocos saben sus secretos, los dioses bajaban a la Tierra; los hombres aún no se distanciaban de ellos, por lo que acudían, si se les invitaba, en rituales. Había uno que tenía todos los recursos para sanar de cualquier mal a los que se lo pidieran, fuese por calor o viento, por caída o herida, por edad o sentimiento. 
Los animales del monte convivían con él cuando buscaba la hoja o la flor para un emplasto o para masticarla o tomarla hervida en agua. Sus huellas se unían bajo los árboles, y en las cuevas los murciélagos batían sus alas para refrescarlo en los días de canículas. 
El Venerable Ser traía en el pecho,colgada de un hilo, una piedra verde, con cuya luz realizada las curaciones más delicadas. Una ocasión que había llovido durante horas,resbaló en un charco, y al caer, el hilo se reventó al atorarse en una rama. Y la piedra se perdió. Él no se dio cuenta sino hasta mucho tiempo después, cuando llegó a su morada en los acantilados del espejo de agua subterráneo. Regresó al monte y trató de recordar dónde había resbalado. No pudo establecer el sitio con precisión y empezó a examinar con cuidado los lugares por donde había pasado. La piedra era un pequeño jade y no emitía destellos más que en sus manos. Levantó una a una las hojas húmedas; fue infructuoso. Los animales,viéndole en tal apuro, le ayudaron. La vegetación estaba alta y tupida y no fue fácil. Un venado creyó encontrarla y la tomó, entusiasmado; luego vio que en el lugar había más y llamó al dios. 
El Venerable Ser le agradeció profundamente la ayuda, pero se sorprendió de que la piedra no fuese verde, sino ¡roja! Y las demás también. No era común que los venados confundieran los colores, pero éste padecía un mal que el dios se aprestó a corregir. Sin embargo,para completar su trabajo era indispensable la piedra. 
Las liebres eran tan veloces que no buscaban con detenimiento; las alas de las aves se enredaban en los bejucales y varias plumas quedaron atoradas en los abrojos. El jaguar, soñoliento, se dio por vencido. Los monos se distraían y no lograban hallar nada. Las culebras también contribuyeron, pero asustaban a los roedores, que temiendo algún exabrupto de los reptiles, mejor se escondían. Y llegó la noche.

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viernes, 11 de septiembre de 2015

Panteón Jardines del Recuerdo


Aunque este panteón se encuentra en las afueras de la Ciudad de México, (Tlalnepantla), y la siguiente leyenda se desarrolle en ese lugar,es un relato bastante increíble...

La noticia de la muerte del padre Anselmo Martinez se extendió rápidamente por toda la colonia donde vivía. Tenía 84 años de edad, de los cuales los 10 últimos los había pasado en México, pues quería morir aquí, de manera que pidió a su orden permiso para vivir los años de su jubilación en nuestro país. Fue quizás el sacerdote más querido; continuamente se le veía visitando enfermos y caminando por las calles de la colonia saludando a su rebaño, pues era un pastor de almas. Hasta el último día de su vida se preocupó por cumplir con sus obligaciones, repartiendo las despensas y dinero a los necesitados; en la noche entregó su alma al Creador. Fue un funeral memorable, asistió mucha gente, incluso aquellos que no formaban parte activa de la iglesia. La tristeza en el ambiente era generalizada y casi tangible.

El cuerpo del padre Anselmo fue colocado cuidadosamente en el centro de la iglesia, al pie del altar, para que los feligreses rindieran un último homenaje a tan buen hombre. Toda la colonia se movilizó en autobuses, microbuses, taxis y autos particulares para acompañar al padre Anselmo a su última morada en el Panteón Jardines del Recuerdo. Nadie había visto un cortejo tan numeroso, incluso los sepultureros pensaron que el fallecido era un político, otros que un narcotraficante, pero no supieron su identidad hasta que días después, ya acomodada la tierra, se colocó la lápida que decía:

"R. P. Anselmo Martinez, mantenemos sus restos entre nosotros, su alma ya con Dios está".

Tiempo después los sepultureros empezaron a notar actividad extraña cerca de la tumba del padre Anselmo, pues pese a poner tanto empeño en cuidar el pasto de la tumba, este siempre aparecía maltratado por pasos. A menudo se observaban también dos círculos, los sepultureros pensaron que quizás la gente que visitaba la tumba era la responsable de estas marcas y por ello se quedaban cerca para revisar que no pisaran el pasto. No obstante, nunca vieron a algún visitante pisar la tumba ni maltratar el pasto y mucho menos el objeto con el que marcaban los misteriosos círculos. Una noche, Vicente Cortés uno de los jardineros encargados de la sección del padre Anselmo, decidió quedarse a cuidar, pues todos creían que las marcas eran de un bromista. Nada raro vio Vicente.

Cuando casi eran las 2 de la mañana, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, algo helado había pasado a su lado, su piel se había erizado, sus pies inmóviles no respondieron a sus impulsos de correr. La sombra que había pasado junto a él se detuvo frente a la tumba del padre Anselmo, ante la mirada aterrorizada de Vicente, esta se arrodilló y se mantuvo así un gran rato. Vicente estaba parado en un rincón del muro donde terminaba el jardín en el que reposaban los restos del padre. Observaba en dirección a la tumba; su terror había pasado y se había convertido en curiosidad, pues ahora que sus ojos ya se habían acostumbrado a diferenciar la sombra de la oscuridad del panteón, pudo distinguir que parecía pertenecer a un hombre, pues era esbelta y alta. Después de lo que a Vicente le pareció una eternidad,la sombra se levanto y regreso; cuando paso junto a él, sintió ese frío que se colaba en sus huesos. Fue entonces que Vicente se pasó a retirar a su casa, en la parte superior del panteón. Al día siguiente, todo lo que había visto le pareció un sueño, o quizá el fruto de su imaginación. No quiso contar la historia por miedo. Al llegar al jardín para podar el pasto, se acerco a la tumba del padre Anselmo, ya no se sorprendió al encontrar los círculos y supuso que correspondían al lugar donde permanecían hincados.

La noche siguiente Vicente salió de su casa, eran las 11, y así dieron las 12 en su reloj, a su lado volvió a pasar una sombra oscura, nuevamente sintió miedo, la sombra se arrodilló ante la tumba del padre Anselmo, el se armó de valor y se acercó a escuchar, pero al oír algunos murmullos,su miedo pudo más y se echó a correr. Se dice que la bondad y el espíritu de servicio característicos del padre Anselmo, son la causa por la que muchas almas vecinas que comparten el mismo lugar de descanso buscan la confesión con el sacerdote, y entre algunos sepultureros aseguran que el alma del padre Anselmo todavía sirve a su prójimo aún después de muerto.